Durante la
Segunda Guerra Mundial se los conoció como los Monument Men, o los
soldados del arte, pero estos hombres no llevaban fusiles, ni conducían
tanques, ni sobrevolaban los cielos en bombarderos.
Ni siquiera tenían formación militar: sus armas eran el conocimiento, el sigilo y la astucia; y su propósito: salvar el patrimonio artístico europeo de la codicia de Hitler y del poder destructivo de los ejércitos contendientes.
Ni siquiera tenían formación militar: sus armas eran el conocimiento, el sigilo y la astucia; y su propósito: salvar el patrimonio artístico europeo de la codicia de Hitler y del poder destructivo de los ejércitos contendientes.
Los estrategas militares afirman que cuando una guerra se
vuelve tan cruenta que envuelve a la población civil, todas las ayudas son
bienvenidas. Sabíamos que muchas mujeres dieron los mejores años de su vida en
los hospitales de campaña, o que los profesores de Oxford pusieron su dominio
de las lenguas extranjeras al servicio de la patria. Pero apenas sabíamos nada
acerca de un grupo de hombres y mujeres que en época de paz se dedicaban al
arte, y que sintieron que podían servir a sus países protegiendo el legado
histórico de Europa.
Estos hombres y mujeres, en un número superior a trescientos
voluntarios de trece países distintos, dieron cuerpo, como una prolongación de
sus carreras civiles, a los Monument Men: una brigada única consagrada a
mitigar los daños que durante los combates de tierra y los bombardeos habían
padecido las iglesias, las estatuas y los museos. También se dedicaron a
frustrar robos y saqueos, escondieron valiosas obras de arte de las rapiñas de
los cazadores de recompensas y de los saqueadores a las órdenes de Adolf
Hitler, quien, entre sus delirios megalomaníacos, pretendía construir el museo
de arte más grande del mundo.
Robert M. Esdel reconstruye mediante cartas, informes y
fotografías la historia de unos hombres que con sus valientes actos en Londres,
en París y en Alemania, salvaron cientos de obras de arte y evitaron un
desastre cultural.
«Que esta pequeña brigada de personas pudiera recuperar
tanto de lo que se había robado es poco menos que milagroso. Una historia
increíble.» The Washington Post
¿Sería nuestra historia europea igual sin estos Monument's
Men?
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