«Estoy en una vivienda de techo bajo, toda ella de hormigón encalado. A lo largo del pasillo principal hay seis habitaciones. No hay ventanas. Ni puertas. Sólo se puede entrar en el ascensor. ¿Qué me va a hacer? ¿Qué voy a hacer yo?»
El ascensor baja todos los días a las nueve. Es la única conexión con el exterior. A veces lleva comida, a veces no. A veces transporta juegos horribles... y, en ocasiones, al búnker llegan personas.
Todo depende del
humor y las intenciones de El Hombre del Piso de Arriba, dos de las cientos de
cosas que Linus Weems, el primero de los seis residentes forzosos del búnker,
aún no ha conseguido descifrar. ¿Por qué hay cámaras y micrófonos en cada
rincón de la vivienda? ¿Hay algún patrón que relacione a los seis secuestrados,
que van desde una niña pequeña hasta un ladrón drogadicto? ¿Por qué en cada una
de las seis habitaciones se guarda una libreta vacía?
Linus, sabiendo que
El Hombre del Piso de Arriba lo ve y lo oye todo, decide utilizar una de estas
libretas para extender la privacidad que hasta ese momento solo tenía en su
cabeza. Al principio, la escritura le sirve para combatir la soledad, pero
termina convirtiéndose en su único anclaje a la cordura....seguir leyendo en El templo de las mil puertas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario